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Una caja de acuarelas que me hace sentir feliz.

Hace unas semanas logré terminar un proyecto personal muy sencillo pero que tomó mucho tiempo conseguir: una caja completa con 52 de los colores que he hecho en PyA.
Estuve casi un año completo llenando la caja. Fue así de lento porque no siempre tenía todos los colores, debía esperar a fabricarlos y en ocasiones, tenía que ceder uno para algún cliente que deseaba con toda su alma ese color. Y así pasaron los meses. Cuando estuvo completa, mantuve las pastillas con su papel por bastante tiempo...es muy difícil abrir materiales nuevos que emociona usar y no quieres que se acaben!!!
Antes de esta caja, no tenía una colección de mis pinturas tan completa y ordenada donde pudiera apreciar la variedad y cantidad de acuarelas que he ido agregando a Piedras y Agua durante los últimos 7 años. Siete años es un largo tiempo explorando y conociendo colores, y una compilación como esta es un auto regalo conseguido y ganado con honores. 
Esta caja contiene más que colores: contiene mi oficio, un proyecto, un negocio familiar, un sueño hecho realidad y transformado en material para llevar a ideas a imágenes. Mi caja de 52 colores hechos a mano está en mi estudio, en mi casa, en la habitación que vio nacer esta investigación y las primeras piedras que molí a mano, a martillazo limpio en el patio. En la mesa de mi estudio están mis otras cajitas de colores, mis pinceles obtenidos a través de años de arduo trabajo como ilustradora y el altar personal de mi bisabuela. En su espejo me miro cada vez que voy a pintar, para saber cómo estoy ese día. El espejo también refleja la pintura que estoy haciendo en ese momento. Creo que poner el altar frente a mi tablero fue una decisión muy poética y conectada con mis ancestras.
Las pinturas que estoy haciendo hoy siguen la línea de investigación que nació paralela a la fabricación de colores. Suelen ser abstractas y lo que buscan es observar cómo se ven los colores uno al lado del otro, superpuestos o mezclados. Uso formas muy simples, a veces son como letras, a veces franjas como estratos geológicos. Lo interesante ha sido encontrar en la forma un medio para mostrar los colores, y no al revés, como hacía antes al pintar botánica. En la pintura de ciencias la forma manda y el color debe ser testigo fiel de la realidad. En este caso, el color es el material principal y la forma está a su servicio. 
Las formas definidas y las manchas de trazos firmes y decididos me atraen mucho, y los colores que uso en cada sesión son elegidos por puro gusto e intuición. No hay reglas pero sí una línea que se repite en mis cuadernos de pruebas y en las obras del último tiempo. Estas obras aún no forman una gran unidad, supongo que eso irá pasando de manera espontánea -porque así lo he decidido :)
En este momento, lo que pinto acompaña a los colores que hago, y no al revés. Los colores nacen de mi mano y luego intento hacer algo con ellos. Sólo salen formas que me permiten apreciar mejor el grano y el movimiento de cada pigmento. Ahora que tengo tantos colores hechos en mi fábrica en el estudio, añoro los pocos ratos libres que tengo para ir a pintar.
Algunos de los colores que ves en estas pinturas son:
Médula, Mar Nublado, Tesoro de Moctezuma, Durazno, Hematita, Rosa Mumia, Índigo Orgánico de USA, Mica Cobre y Verde Cobalto.

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