Esta nueva temporada primaveral, he querido enfocarme en el verde como color central.

En mis años de ilustradora botánica, siempre he privilegiado las paletas balanceadas formadas por primarios. Creo que son súper eficientes y que nos permiten crear atmósferas de color coherentes y bellas con relativa facilidad.

Sin embargo, cuando entré en el mundo de los pigmentos y descubrí la variedad de materiales que existen dentro de la pintura, esa concepción más estricta fue evolucionando hacia la apertura.

A lo largo de la historia de Piedras y Agua he fabricado varios verdes, pero mientras me cambiaba de la tienda a mi nuevo taller, me propuse innovar incorporando varios verdes nuevos al catálogo. Los verdes suelen ser difíciles porque es fácil que queden artificiales o poco naturales. Por otro lado, es interesante contar con verdes que nos ayuden a pintar mucho más que modelos naturales.

Peridot fue el pigmento que motivó esta búsqueda. Al conocer este verde proveniente de un mineral/cristal natural, quise explorar nuevos minerales para ampliar nuestras posibilidades. 

Los verdes que vienen de minerales y piedras naturales son especiales, con características que los colores que podemos mezclar no tienen. Grano y movimiento, texturas azarosas y capas de colores que descomponen, como el caso de Peridot. Estos verdes van mucho más allá de la imitación de los colores de por ejemplo plantas que observamos, porque estos verdes son un objeto natural en sí mismos, traen una carga y un historia, significan la pintura con su materialidad.

Para mí los colores que vienen de la tierra hablan por sí solos, se expresan mucho más allá de la forma. Son tan expresivos y bellos, que la forma es casi un accesorio que no aporta demasiado a la imagen, porque lo que busca la imagen es transmitir la esencia del color, desplegar su naturaleza ante nuestros ojos. El mayor placer de hacer colores, es verlos mostrarse sobre el papel, sin mediadores, sin temas. Solamente piedras, y agua.