Esta semana, la artista y experta en acuarela Sara Viloria nos trae un interesante artículo sobre colores primarios antiguos.
"Puedo decir con absoluta certeza de mis palabras que amo la pintura, creo que trabajar con las manos y movilizar las emociones o la energía con el pincel en la intimidad del estudio constituye un bello acto de resistencia. Cuando vi por primera vez el proyecto de Piedras y Agua sentí que muchas de las cosas que buscaba en la acuarela se encontraban en estas pastillas de color, un tipo de honestidad que solo revelan los pigmentos trabajados a mano, sobre todo las joyas de piedras preciosas y semi preciosas, minerales prestos a las imágenes de mi imaginario, sí ¡aluciné!
Hay muchos motivos por los que amo las acuarelas artesanales, pero en esencia me importa que sean fieles a su condición de material sustentable, puro y presto a la resistencia a través de los años, esto último tiene mucho que ver con los tiempos de experimentación e investigación que existe tras una marca y Piedras y Agua en tal sentido puede ofrecer la excelencia requerida.
Cuando conversé con Geraldine, la artista y mente creadora tras PyA sobre hacer un blog conversando de sus colores ella me pidió que viajara en el tiempo “piensa en una paleta de colores del año 1.100 si te hace sentido”.
Me hace mucho sentido porque los primeros pigmentos que se fabricaron son exactamente como los de PyA, parte de la magia de ocupar estas acuarelas reside en conectar con el alma antigua o primigenia de la pintura, pero quise ir todavía más allá. Los primeros colores primarios establecidos por Aristóteles (384 a.c 322 a.c) fueron los ocres (de la tierra), los azules (del cielo), el verde (de la naturaleza y el agua) y el rojo (del fuego). Esta paleta no solo es bellísima porque conecta con la esencia de la vida, sino que además parece simplemente apropiada si se tiene a mano colores minerales.
Para esta selección de colores elegí Goethita para los ocres, un color por demás poético dado que debe su nombre a Wolfgang Van Goethe, uno de los referentes más importantes en el estudio de color de modo que no vino mal configurar una paleta pensando en el. Vivianita azul (sombra cerúlea) para el azul, un bello color relativamente nuevo en el catálogo de PyA que se lava hacia uno de los colores más utilizados en la historia del arte para los cielos. Malaquita para el verde, un color transversal que se encuentra en China, Marruecos, Brasil y muchos rincones del mundo asociados al exotismo tal y como la naturaleza y finalmente para el rojo decanté por el Rojo Maya, un color muy celebrado en la época prehispánica. Mi selección de colores partió pensando en Aristóteles, pero viajó por distintas eras y espacios de la tierra, todas esas historias las cuentan estas cuatro pastillas de color, ésa es la magia de la que hablo.
Mi primera aproximación a una carta de colores siempre va por jugar con las combinaciones que pueden obtenerse. En el caso de las acuarelas PyA las mezclas son particulares pues el pigmento tiene mucho carácter, no se diluye sobre el papel levemente, por el contrario, la granulación y el sedimento original es visible (puede tocarse) y esto genera bellas y nuevas mezclas de color sin que deje de verse cada uno por separado, Dúo tono natural. Todas las combinaciones obtenidas son efectos que las marcas industriales replican con mezclas sintéticas, a precios por demás demasiado elevados, tratándose de colores que no son “originales”.
Además, confieso que me genera un gran placer hacer círculos cromáticos, no sé si tiene que ver con revelarse contra los cuadrados y rectángulos de las pantallas, con la filosofía cíclica de los colores que avanzan o retroceden según el color que tengan al lado, o a la paz que sentí cuando dejé de perseguir la perfección de los contornos, entendiendo que era un despropósito hacer “círculos perfectos”. Esta selección de colores hizo una rueda cromática preciosa, los tonos se potencian y vibran entre sí, prueba de que la vivacidad de un color reside en sus contrastes.
Pero a veces la mejor forma de hablar de color es dejar de teorizar, así que en base a las mezclas de texturas y a las variaciones de color obtenidas con el círculo cromático hice pequeños ejercicios jugando con combinaciones diversas en pequeños esquemas (paisaje, retrato, mezcla libre). Lo que rescato de este tipo de prácticas es que pese a ser miniaturas, permite dimensionar todas las posibilidades de la pintura. Confieso que al pensar en PyA como joyas muchas veces los colores permanecieron en mi mesa como un hermoso objeto de colección, pero es importante considerar que tales joyas se pueden convertir en obras de arte (¡hechas con joyas!).
En última instancia decidí hacer un ejercicio pictórico más resuelto, pensando en las variaciones de mi selección de colores, partí utilizando el color Vivianita azul (sombra cerúlea) para el cielo, jugué con la intensidad de los tonos y dejé un área en diagonal sin pintar, para evocar la luz.
Luego añadí Goethita en el área del suelo, esta parte es interesante pues en un paisaje el plano inferior siempre tiene más detalles y me generaba mucho interés ver cómo podía avanzar sumando capas a mi ejercicio si utilicé de base un pigmento tan grueso. También añadí algunos acentos en el cielo para darle dimensión a lo que serán las nubes.
Luego mezclé Vivianita con Goethita y una porción leve de Rojo Maya, con esto obtuve un bello color silenciado y oscuro para empezar a generar contrastes en el paisaje. La sorpresa es que el pigmento al tener un sedimento grueso no se absorbe en el papel inmediatamente y es muy fácil movilizarlo, así que no tuve problemas en pintar sobre la Goethita anterior, y eso me permitió “lavar” el centro de la montaña para extender el halo de luz.
Por último sugerí más detalle y aproveché de sumar malaquita en el cielo para hacer una transición más sutil entre el azul y el blanco del papel.
El resultado final me gustó mucho, siento que el papel se convirtió en un fresco antiguo, los colores no son corrientes y los efectos obtenidos en consecuencia tampoco, también sumé un ejercicio libre de una planta de algodón “en negativo”, los lavados y el movimiento que generó la malaquita me resultaron bellísimos. Creo que si pudiese deducir una reflexión final tiene que ver precisamente con utilizar los colores de siempre con la pintura de ahora. Sí, se lee (es) poético y no quisiera fingir que no."
Puedes encontrar a Sara y su trabajo en Instagram @saliorart. Además tiene Patreon y postea muchos videos interesantes en YouTube.
Colores mencionados en este artículo: Rojo Maya, Goethita, Malaquita y Vivianita Azul.